La seguridad, un elemento fundamental para el bienestar y la felicidad, ha sido un tema de interés a lo largo de la historia. Desde las antiguas escuelas filosóficas hasta las teorías contemporáneas, se ha explorado el impacto que tiene la seguridad en nuestro estado emocional y vital.
La famosa ‘Pirámide de Maslow’, propuesta por Abraham Maslow en 1943, es un referente. En esta teoría, destacó las necesidades humanas jerarquizadas, resaltando que la seguridad ocupa un lugar preponderante en la búsqueda de la felicidad. Esta dimensión de seguridad abarca aspectos como la estabilidad laboral, la integridad física, la protección de bienes y el acceso a recursos básicos.
Pero, ¿qué indican los estudios sobre la relación entre seguridad y felicidad? Una investigación realizada por la Universidad de Harvard durante casi 80 años reveló que la calidad de las relaciones, la salud, el trabajo, el entorno y, nuevamente, la seguridad, están intrínsecamente ligados con la felicidad a lo largo de la vida.
Además, los datos recopilados por la OCDE subrayan que la seguridad se posiciona como una de las principales preocupaciones de las personas en su búsqueda de una ‘vida mejor’.
No es una coincidencia que los países con los niveles más altos de felicidad también figuren entre los más seguros del mundo. Noruega, Suecia, Dinamarca, Nueva Zelanda y Suiza destacan en ambos aspectos. La protección social, la estabilidad laboral y la baja tasa de criminalidad en estas sociedades se convierten en pilares del bienestar. Un entorno sin riesgos, la confianza en el entorno y en los demás, proporcionan a los ciudadanos una sensación de seguridad, tanto física como emocional, que se traduce en una mayor felicidad y calidad de vida.